Otros que buscaron la manera de tener elecciones fueron los vikingos.Ellos, cuando necesitaban un jefe y los dioses no se decidían por ninguno, colocaban a los candidatos en una gran urna natural conformada por unas rocas, y una vez que estaban todos ahí adentro les tiraban adoquines con un número cada uno, y una vez que cada candidato recibía su adoquinazo, procedían al sorteo. Si el ganador del sorteo estaba muerto, había ballottage.
En la cultura china también hubo intentos por tener elecciones. Durante el siglo I d. C. unos chinos que estaban en contra del emperador, porque el emperador tenía un imperio entero y ellos nada, decidieron que los dioses se habían equivocado y se pusieron a votar un emperador nuevo. Hubo siete millones de candidatos a emperador de China. La campaña duró veintiocho años, los votantes confundían a los candidatos, que encima eran todos chinos, los candidatos iban cambiando sus propuestas a medida que pasaban los años o se las olvidaban; con siete millones de candidatos, todos los días había cien o doscientos mil discursos; las confrontaciones se fueron haciendo más duras hasta que desembocaron en una guerra civil. Finalmente los chinos se dieron cuenta de que la democracia no era para ellos, que son gente tranquila, y volvieron a dejarle el problema al emperador, que nunca se había preocupado mucho.
Las elecciones volvieron a aparecer entre los persas.
Allí crearon un método que dura hasta nuestros días.

Así llegamos hasta nuestros días, preguntándonos cuál será la diferencia entre elegir a un candidato o a otro, los candidatos siguen hablando en chino para que nadie los entienda, y los electores tienen ganas de elegirlos con el método vikingo: tirándoles adoquinazos en la cabeza.
Las elecciones son uno de los inventos más increíbles en la historia de la humanidad, hoy utilizado en casi todo el mundo con mayor o menor suerte, o nada de suerte, o mayor mala suerte.
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